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CUANDO TODO NUESTRO UNIVERSO ESTÁ CONFINADO EN UN SOLO ESPACIO
- 21 de diciembre de 2020
- Publicado por: c0nv3r
- Categoría: Sin categoría
A nueve meses de iniciada la cuarentena en la Ciudad de México, algunas reflexiones alrededor del confinamiento, los espacios y las relaciones.
Antes de hacer cualquier sugerencia es importante para mí señalar que, aunque todos estamos bajo las mismas circunstancias, no se pueden hacer generalizaciones, cada persona está lidiando con situaciones distintas y desde diferentes coordenadas del territorio social. En ese sentido podríamos decir por ejemplo, que no es lo mismo estar viviendo este confinamiento prolongado en soledad, que vivirlo de regreso en la habitación infantil porque has tenido que pasar por la cuarentena en casa de tus padres, que tener que estar en confinamiento con la pareja de la que estaba planeando separarte, que vivirla siendo el hermano de alguien que está ahora en el hospital o ser la madre de esa doctora que cada día sale a trabajar al hospital, arriesgando su vida para salvar la de otras personas.
Esta pandemia está demandando de cada una, de cada uno, un gran esfuerzo de adaptación y las relaciones están siendo el lugar donde esa adaptación se está poniendo en juego.
Este confinamiento obligado está haciendo que nos enfrentemos con nuestras diferencias, el reto es hacer de estas, recursos disponibles.
Mi experiencia no tiene por qué ser tu experiencia, si soy capaz de no juzgar la forma en la que enfrentas la situación y solo escucharte, será mucho más fácil que nuestras diferencias puedan coexistir, que nos sintamos validados y acompañados, en vez de confrontados o aislados.
El reto de la convivencia en estos días es poder estar conmigo y poder estar con los demás. En esta coexistencia estrecha, muchas necesidades están ocurriendo al mismo tiempo y será fácil que entren en conflicto, pero si sabemos escuchar y ser claros, el confinamiento también puede convertirse en un espacio de profunda intimidad y comunión.
Algunas reaccionamos ante la crisis con lógica y practicidad. Otros quizá con emotividad y necesidad de proximidad física. Para algunas más lo esencial será establecer orden, organizar las cosas, mientras que para otros lo fundamental será hacer planes y proyectar acciones. Lo importante de esto es entender que frente a lo mismo, tenemos diferentes estilos de afrontamiento. Estos estilos no tienen por qué vivirse como contrarios, podemos buscar la manera de hacerlos complementarios. Las diferencias pueden ayudar a balancearnos mutuamente, como una interdependencia de fuerzas, en vez de como formas que se contradicen.
Nadie tiene la respuesta correcta. No tratemos de crear unicidad, contemplemos la diversidad y alimentémonos de ella. Necesitamos crear espacio para que todas esas posibilidades de respuesta puedan coexistir, dentro de cada una y entre nosotros.
Es importante considerar que hoy en cautiverio todos nuestros roles están teniendo lugar en el mismo sitio. En casa, quizá incluso en el mismo cuarto, me encuentro con mis amigos, hablo con mis colegas, como con mi familia, corrijo la tarea de mi hijo, miro mi video favorito, asesoro a mis estudiantes y discuto con mi pareja acerca de nuestras finanzas. Todo en el mismo espacio. Por eso podríamos decir que este tiempo es un tiempo de fronteras, de límites. De saber cuáles mantener, cuáles suavizar y cuáles serán los nuevos que tenemos que aprender a trazar.
El reto es vivir con esto como nuestra nueva realidad relacional
Quizá hay límites que necesitas suavizar, compartir tus dilemas con alguien más, alimentarte de la comunidad, en vez de tratar de resolverlo todo tú o esperar que los demás lo hagan ¿y si le pidieras a alguien más que le explique a tu hijo la tarea de matemáticas? ¿y si aceptaras hablar con el marido de tu prima acerca de lo desesperado que se siente por el futuro económico? ¿Y si te ofrecieras a escucha a la hija de tu amiga que no para de hablar de su difícil experiencia en el hospital?
Quizás haya otros límites que necesitas remarcar con los demás, ponerte tus audífonos, cerrar la puerta de la habitación, pedir la sala por algunos minutos, ser claro y decir que necesitas tu espacio y no puedes estar disponible en ese momento, con el compromiso de ser después quien busque el acercamiento.
Quizás necesitas remarcar esos límites más bien contigo mismo, establecer momentos que demarquen el final de una actividad y el comienzo de otra, por ejemplo, tu tiempo de oficina del comienzo de tu hora de descanso o comida. Hacer claro para ti pero también para los demás en casa, que empieza un momento o que otro ha finalizado. Los demás tienen tiempos y procesos que están sucediendo de forma simultánea a los tuyos, establecer esos límites puede hacer más fácil la convivencia y hacerte sentir menos cansado o estresado al final del día.
El espacio físico es limitado pero nuestra imaginación y creatividad no. Quizá eso son los límites que pueden desaparecer. Podemos jugar y recrear situaciones o escenarios que no están realmente presentes, pero que pueden ser traídos a casa con un poco de creatividad. Por ejemplo, arreglar el comedor e imaginar que salimos a cenar a un restaurante, buscar en el closet lo necesario para volver a representar la obra de teatro de nuestra juventud, convocar a una junta en zoom para poner música y bailar cada quién en su espacio mientras compartes la alegría de celebrar el cumpleaños, convertir la recámara en una sala de cine, bajar las luces y poner música suave e imaginar que estamos citándonos en un bar. Usar la creatividad y la imaginación es entender que nuestros roles y lo que hacemos no tienen que estar definidos por el espacio, sino por la forma en la reaccionamos y nos posicionamos frente a él.
Este ejercicio de adaptación no estará exento de conflictos. Seamos capaces de reconocer que mucho del estrés que estamos experimentando viene directamente de la situación que estamos enfrentando y que lo más fácil muchas veces es depositarlo en nuestras relaciones. Es fácil culpar al otro de cómo te sientes porque está ahí, justo al lado de ti. Situaciones cómo está generan frustración, irritabilidad, impulsividad en muchos de nosotros, eso es normal.
No confundas la situación con tu relación, toma en cuenta que quizá te sientes atrapado o atrapada pero que esa es una sensación que no necesariamente viene de tu relación.
Piensa que el objetivo de este encierro es protegerte a ti y a tu familia.
Recuerda que hacer todo esto tiene un sentido.
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